Optimizar, invento semántico de la tecnocracia, es, además, una
palabra que sirve para todo. Para lo bueno y para lo malo. Ahora
mismo, AENA decide intercambiar los directores de los aeropuertos
de Málaga y de Palma, y explica que trata de optimizar el
rendimiento de ambos. Estamos, según el director general de
Navegación Aérea, ante dos profesionales tan extraordinarios que
van a potenciar la gestión de cada uno de ellos, en un ajuste ya
previsto para sacar el máximo jugo de Pedro Meaurio y su colega
Mariano Menor.
Se desprende, por tanto, de todas estas afirmaciones que todo
funciona de maravilla en los aeropuertos de Mallorca y de Málaga.
En el andaluz se van a hacer obras y quién mejor que Pedro Meaurio
para dirigir un aeropuerto en obras. En Son Sant Joan se avecina
una avalancha y quién mejor que Mariano Menor, que es un perfecto
conocedor de la operativa en aeropuertos turísticos. O sea, no es
que haya sucedido nada anormal en Son Sant Joan y mucho menos en
Málaga. Todo estaba previsto. No hay que pensar mal.
En AENA son tan previsores que ya tenían pensado que el mejor
momento para relevar a un director que lleva veinte años en Son
Sant Joan es el inicio del verano, cuando la temporada turística
entra en su fase culminante.
Como es natural, al margen del buen o mal funcionamiento del
aeropuerto y de las responsabilidades o irresponsabilidades del
director, hay que matizar varios aspectos en el traslado del señor
Meaurio. El primero, que es demasiado coincidente con problemas
aeroportuarios y el último incidente de los controladores de hace
pocos días. El segundo, que, tras veinte años, el momento escogido
ha sido delicado y, probablemente, inadecuado. Debió ser mucho
antes o poco después.
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