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Carlos Sainz ha regresado de Australia, donde las cosas, automovilísticamente hablando, no le rodaron como a él le hubiera gustado. ¡Paciencia! Hay que seguir intentándolo, pues esta mala racha tiene que terminar algún día. Pues bien, a poco de regresar tratamos de contactar con él, yéndole a visitar. «Me marcho a Menorca, llamadme el miércoles y quedamos». Llamamos el miércoles, preguntamos por él, pero alguien de la casa nos dijo que no estaba. Dejamos el encargo para que le avisaran de que le habían llamado, por si nos llamaba él a nosotros, pero no nos llamó. Al día siguiente "jueves, o sea, ayer" pasamos por la casa de sus padres y preguntamos por él. Una señora, amablemente, nos dijo que se había ido a navegar con su padre. Desde las rocas próximas a donde está el embarcadero de casa de los padres observamos cómo Carlos y su familia se disponían a subir a la lancha de los Obregón. ¿En qué quedamos? ¿Navegando con su padre o tratando de dar esquinazo a los periodistas haciendo decir que está navegando con su padre? No sé, pero me da la impresión de que algunos famosos no nos entienden.

Sampol, glamuroso
Posiblemente, de no haber existido Pacto de Progreso ni haber impuesto su voluntad MAM, uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, Pere Sampol, hubiera criticado, o bien no hubiera visto bien que el vicepresident del Govern hubiera asistido en representación de tal, y en coche oficial, a la fiesta de la gaseosa de anteanoche. Sin embargo él, vicepresident del Govern de la Munarquía, asistió. ¡Ay que ver cómo cambian las personas en tan sólo unos días! A Sampol, como mucho, le veíamos tomando copas los fines de semana en Montuïri con sus hijos, o si no solo, o con su mujer. Jamás en una fiesta glamourosa como la de anteanoche. Pues ya ven: lunes, 10 de la noche, Sampol, traje y corbata, y en coche oficial, entraba en Son Termens por delante de los Luis Alfonso, Carmen Martínez Bordiu, Carmen Franco, María José Suárez, Pablo de Grecia, Marie Chantal Miller. ¡Ver para creer!