Arrancó la Copa del Rey. No sé, pero el recinto se ha quedado pequeño, o es que somos más que en años anteriores. Lo cierto es que ayer casi no cabíamos. Por otra parte, la entrada de ilustres participantes se realizó a través de distintos frentes, lo cual fue otra dificultad que afortunadamente se pudo superar... a base de carreras.
El Rey, con gorra visera roja y chaleco de fotógrafo, con la tripulación del Bribón se desplazaron en la gomonne hasta donde estaba amarrado el barco. Don Felipe, a todo esto, había posado junto con los tripulantes del Sirius V antes de la partida. Más o menos a esa misma hora, Jaime de Marichalar subía a bordo de La Casera, donde, desde hacía un rato, se encontraba Luis Alfonso. (Durante la regata se uniría a ellos la infanta doña Elena) Y cuando casi todos se hubieron hecho a la mar, llegó Carlos Moyá, quien tras declarar que no mantenía ninguna relación sentimental con la tenista María Antonia Sánchez, se embarcó en el Freixenet. Durante la prueba, maréandose como una sopa, demostraría que es hombre de hierba y de tierra batida, jamás de mar.
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