TW
0

Las que tienen frente a sus ojos son algunas de las fotografías que determinada revista ha decidido no incluir en su edición de esta semana por considerarlas improcedentes. Las «fotos del pudor», como las definió ayer la Testigo Impertinente del verano mallorquín, tienen como protagonistas al príncipe Felipe de Borbón y a los Duques de Palma, disfrutando de una jornada náutica en una cala mallorquina. El dudoso gusto de las imágenes estriba, por lo visto, en la situación que se filtró a través de los teleobjetivos de los fotógrafos. Es muy fácil juzgar, retrepado en un sillón de ejecutivo y al fresco que fluye del climatizador, el trabajo de aquellos que cada día se juegan el pan bajo un sol plomizo, expuestos a los modos y maneras del guardaespaldas de turno o de romperse los dientes en la primera curva persiguiendo a playboys y vividores de poca monta buscando una foto o, mejor, La Foto que multiplique la tirada de las revistas. El papel couché nos mostrará con todo lujo de detalle las tetas de fulanita o menganita, la descomunal bisectriz de un supuesto noble o el drama de una familia acostumbrada a flirtear con el desastre, pero nos dejará sin esta desenfadada estampa familiar, donde el mal gusto sólo está en las mentes de aquellos que, a las puertas del siglo XXI, continúan viendo por todas partes los fantasmas enterrados hace ya algunas décadas.