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Tardes calurosas, con una ligera brisa que recorre las calles, el ruido de los coches por las avenidas, bicicletas esquivando peatones, muchedumbres que pasean de un lado a otro, distintas culturas, diferentes idiomas y todo englobado en un mismo escenario: Mallorca. En agosto las calles de Palma, una de ellas Jaume III, son como la gran torre de Babel donde las gentes de diferentes lugares observan escaparates, conversan animadamente, aprovechan las rebajas o simplemente pasean sin rumbo. Agosto es el mes en el que la mayoría de la gente decide tomarse las vacaciones. Deben aprovecharlas lo mejor posible y esto se nota en el ambiente sofocante de las calles.

Es Born, adornado por las cafeterías que lo rodean, reúne a un gran número de gente, muy diferente entre sí pero con algo en común, un momento y un lugar. En medio de las tertulias veraniegas se puede escuchar el ruido del ambiente, y de fondo, niños que corretean mientras sus padres observan sus juegos relajados: están de vacaciones. Se han olvidado del trabajo y están en el mes justo para descansar y visitar la ciudad.

El espectáculo está servido con los numerosos mimos, actores de calle y músicos que se reúnen en la Plaça Major, animando a los transeúntes, o los coches de caballos, siempre repletos de turistas, que recorren sin prisa los entresijos de la ciudad, como la zona de la Llonja, y que son una característica esencial para las agitadas y concurridas tardes de verano.