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El asunto de las subidas de sueldo de los concejales está dando mucho de sí con el estreno de la nueva legislatura. Al último capítulo que comentamos en este mismo espacio "el incremento salarial de los ediles de Palma" hay que añadir ahora la «justificación» de tal aumento por parte del alcalde, Joan Fageda, que asegura que con una medida de este tipo se «dignificará» la labor política.

Lo chocante del caso es que en el pleno lo mismo Fageda que su opositor, el socialista Antoni Roig, defendieron con ardor el incremento salarial e incluso este último desveló que muchos de sus concejales sólo aceptaron entrar en las listas a cambio de disfrutar de la dedicación exclusiva. Y, para colmo, aprovechó la ocasión para reclamar más cargos de confianza "bien pagados, por supuesto" para la oposición, ya que tras el aumento del número de asesores del Ajuntament, la oposición necesita más personal de control. Sólo el PSM y Esquerra Unida se opusieron a la propuesta.

Pues bien, habría que añadir unas cuantas matizaciones a las palabras del alcalde. Cierto que cualquier trabajador que cumple sobradamente con sus responsabilidades debe ser correspondido con un salario digno. Ahora, habría que saber "sería bueno que Fageda y su equipo los hicieran públicos" de qué sueldos estamos hablando y en qué medida quieren incrementarse. También habría que conocer qué horarios, pluses y dietas disfrutan los políticos para que la ciudadanía se haga una idea de cómo está de «digna» la situación. Pero aparte de esas cuestiones que sorprenden al ciudadano "que siempre ha pensado que ser político es un «chollo»", habría que decirle a Fageda que la vida política no se dignifica en función del sueldo. Lo que dignifica la actividad política, como cualquier otra, es la actitud de quien la ejerce. Y siempre hemos querido creer que los políticos municipales ejercen por convicción, por entrega a su ciudad y por fidelidad a unos ideales que logren mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos.