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Durante el día de ayer, miles de personas pudieron contemplar el último eclipse de sol del milenio. Quizás, los más afortunados fueron los quince chicos que se encuentran en un campo de trabajo en el observatorio de astronomía de Costitx. Llegaron el 1 de agosto y «aunque su trabajo no tiene ninguna relación con el eclipse, ha coincidido por estas fechas y podrán verlo muy bien gracias al telescopio y las gafas que hemos preparado», comenta Teresa Sánchez, miembro del equipo de divulgación del observatorio.

La expectación era máxima conforme se aproximaba la hora de inicio prevista para las once y un minuto de la mañana. Medios de comunicación, algunos curiosos y miembros del equipo de divulgación e investigación, junto con los chicos del campo de trabajo, observaron con todo detalle, con unas gafas especiales que había dispuesto el equipo del observatorio y a través del telescopio preparado con un filtro especial, el espectacular fenómeno natural.

Durante los primeros minutos unos con otros conversaban e intercambiaban opiniones para todos los gustos acerca del acontecimiento: «Para nosotros es un acontecimiento natural. Quizás a éste se le ha dado tanta importancia por eso de que va relacionado con el fin del milenio y porque hasta dentro de 80 años no se verá otro. Ya he visto otros aunque no tan espectaculares», dicen Antonio y Mª Dolores Pujol, una pareja de ancianos que se han acercado hasta el observatorio de Costitx.

«Yo no creo que se vaya a acabar el mundo tras el eclipse», afirma Laetycia Poli, de 19 años, una chica francesa que está en el campo de trabajo. Durante las horas que duró el eclipse se estuvo bromeando acerca de la profecía de Nostradamus y de las sectas: «No tiene sentido pensar que tras el eclipse todos nos vayamos a morir, es una tontería más inventada», opina Jorge Vieco, de 23 años. Algún que otro curioso no dudó en acercarse al observatorio con los más pequeños de la casa para ver «más cerca» el eclipse.

Todos destacaron la espectacularidad del fenómeno, excepto Xavi Aguilar, de 24 años, que se sintió un poco «decepcionado».