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El verano es sinónimo de vacaciones, de sol, pero sobre todo de playa. Este lugar, santuario de los bronceados, se convierte en el favorito para los visitantes, que hacen de él un segundo hogar y más durante el día de ayer, 15 de agosto, último día de vacaciones para muchos de los turistas y residentes. Todos quisieron aprovechar el día, y las playas estaban repletas de gente.

Si bien las playas se han de preparar y engalanar para recibir a los bañistas después del invierno, a medida que se aproxima la temporada estival, allá por Semana Santa, las playas de Mallorca se empiezan a poblar con las primeras hamacas y sombrillas.

Por esas fechas, los tempraneros turistas pueden gozar, con relativa tranquilidad y cierta soledad, de las aún semivacías playas que les acogen. A partir de mañana la cuenta de turistas ira hacia atrás y, poco a poco, iremos recobrando esa imagen de las playas semivacias.

No obstante, otro gallo canta en plena temporada, en julio y agosto, cuando los turistas llegan en manadas a nuestra Isla.
Éstos, armados con toallas, bronceadores y demás utensilios, se encaminan a la playa como primer destino, nada más dejar el avión.
Pero allí no estarán solos. Miles y miles de visitantes les esperan, sea lunes o domingo. La única condición, que haga sol y el viento no levante demasiada arena.

Una vez en este templo veraniego, empieza la búsqueda de alguna hamaca libre, cuestión que suele resolverse poniendo una esterilla o una toalla en el suelo, aunque siempre hay afortunados que han logrado un sitio.

Pero si encontrar una hamaca libre es complicado, lo de la sombrilla se plantea imposible. Menos mal que la industria del ocio provee a los menos madrugadores de sombrillas que se pueden transportar con cierta facilidad.