La pregunta de qué ocurriría si los turistas españoles «invadieran»
Alemania con los mismos modales de que hacen gala algunos
ciudadanos germanos, de vacaciones en Mallorca, ya tiene respuesta,
gracias a una «prueba piloto» realizada por el periódico dominical
«Bild am Sonntag».
Ahuyentados de la playa, despreciados por el camarero o
expulsados de la catedral de Colonia por entrar en pantalones
cortos y camiseta del FC Barcelona, fueron algunas de las
reacciones vividas por un supuesto matrimonio español, que copió en
territorio alemán lo que es habitual en la Platja de Palma.
Miguel, de 53 años, e Yvonne, de 37, fueron los valientes que se
atrevieron a llevar a la práctica el encargo formulado por la
citada publicación, con el propósito de poner en evidencia la
reacción del alemán medio cuando se le molesta en casa.
Las posibilidades van de la hostilidad más o menos abierta al
insulto y la amenaza de agresión, con posibilidad de llegar a las
manos, de no interceder a tiempo el periodista autor del reportaje,
para aclarar la situación.
Este fue, al menos, el resultado de la excursión a la playa del
matrimonio español, «armado» con un poderoso magnetófono y
dispuesto a tomar el sol con flamenco a todo volumen de música de
fondo, en la costa del Báltico (noreste de Alemania). La tozudez de
la pareja en no querer apagar el aparato se saldó con un amago de
tumulto playero y amenazas de quedar sepultados a «arenazos».
Tampoco muy relajante fue la visita a unas galerías comerciales
de Düsseldorf (oeste del país), donde se les vetó la entrada por su
inadecuada indumentaria, complementada por una garrafa de
sangría
La conclusión del reportero es evidente: lo que un alemán da por
normal cuando está de vacaciones, se condena con indignación cuando
un visitante extranjero pretende invertir términos en Alemania.
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