Me llama Bartolomé Guaita Aguiló, propietario del Bar Los Hermanos
"y también de dos pensiones", ubicado en la Carretera Militar de la
Platja de Palma, a la vera de lo que fue Hotel Felipe, hoy
convertido en una ruina.
A principios de año vinieron a este lugar el alcalde Fageda, el
conseller González Ortea, el presidente de la Asociación de
Hoteleros, Miguel Vidal, y una serie de autoridades más a presentar
ante los medios de comunicación los planos del parque y zona verde
en que quedaría convertido el solar del citado hotel una vez
tirado. Las obras comenzaron en febrero de este año, a causa de un
accidente se paralizaron en abril para reanudarse a finales de
dicho mes y para pararse definitivamente, o al menos hasta la
fecha, a mediados de mayo. Y desde entonces, si te he visto no me
acuerdo. Y si no, vean cómo ha quedado: el hotel a medio tirar,
cubierto por una red; hotel que en verano se convierte en nido de
gentes de mal vivir, como son ciertos rumanos y magrebíes. Los
vecinos nos preguntamos en qué ha quedado aquello; si el proyecto
presentado va a seguir adelante, o si ha pasado a la historia como
el Govern que lo aprobó. Ahora bien, no hay derecho a que tengamos
que aguantar esto.
Bartolomé, que trabajó durante años en la noche, en las
discotecas de los hermanos Pérez, tristemente desaparecidos, se
hizo con el bar aludido y dos pensiones. «No soy racista, sino que
respeto a todo quien respete. Pero llegado un momento tuve que
quitarme de encima clientes magrebíes y rumanos que no hacían más
que delinquir. Robaban a los turistas y luego venían por aquí, de
madrugada, a hacer el reparto, cosa que no podía permitir bajo
ningún concepto. Una noche en que me planté y les dije que se
fueran, uno me sacudió con un taburete en la cabeza. ¿Resultado? 28
puntos en la oreja derecha».
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