Llegaron envueltos en una nube de humo a bordo de la barca «Samba», con unos extraños efectos sonoros emitidos por altavoces (a modo de ambientación) y con la traca final de los fuegos artificiales lanzados desde el Baluard de Sant Pere. Los Reyes Magos fueron aclamados por más de cien mil personas que, desde el Puerto de Palma, les acompañaron en la tradicional cabalgata real.
Melchor, Gaspar y Baltasar recuperaron en Palma sus dromedarios "no camellos, como señalaron miembros del Ajuntament" y lucieron con todo su esplendor sus galas y su magia. El concejal Jordi Llabrés dio la bienvenida a Sus Majestades. Después, y tras tranquilizarse un poco el dromedario de Melchor, los Reyes iniciaron un recorrido acompañados por unas carrozas más coloristas que el año pasado y con atractivos motivos infantiles. La cabalgata discurrió sin excesivos espacios de espera entre comparsas y carrozas. Este año se incorporó una original llamada a los «niños malos» que, con nombres y apellidos, fueron citados por el demonio para anunciarles la llegada del carbón.
Ajenos a los embotellamientos, los niños demostraron un año más a Sus Majestades que «se han portado bien» y les aplaudieron a lo largo de todo el recorrido. Ya en Cort, los Reyes Magos fueron recibidos por el alcalde Joan Fageda y saludaron desde el balcón a los más pequeños de la casa. Fue una noche donde el color, las luces, la espuma y la ilusión conquistaron a pequeños y mayores.
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