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Días atrás estuvieron informándose al respecto en la Delegación del Gobierno, lo cual contamos en su momento; estos días serán recibido por el obispo Úbeda; la próxima semana, por el alcalde Fageda, y cuando regrese de Cuba, posiblemente, por el president de la CA, a quien también han pedido audiencia.

Ni que decir tiene que Àngel está desolado. Cumplir una pena cuatro años después de la sentencia desmorona a cualquiera, y más cuando se ha rehabilitado completamente, hasta el punto de que tiene un trabajo fijo "a sus jefes les contó ayer el problema", amén de, a lo largo de estos cuatro años, haber conseguido el título de mecánico naval de segunda, certificado de estudios, patrón de recreo, carné de conducir, estar a la espera de los resultados del examen de patrón de yate de 20 metros, que realizó hace dos semanas, y, cuando sus ocupaciones se lo permiten, trabajar por su cuenta pintando barcos.

Ir a la cárcel ahora supondría, aparte de pagar por algo que cometió "un atentado contra la salud pública, aunque él sigue manteniendo que nada tuvo que ver con aquello", supondría, digo, sumergirlo en algo que no regenera "la cárcel" sino que, por el contrario, corrompe, desmoraliza y hace retroceder.

Con Àngel y algunos miembros de la citada asociación estuvimos anteanoche. Si hasta hoy había preferido contarnos la historia sin que la contáramos hasta que hubiera hablado con sus jefas, hoy, completamente liberado de este compromiso, no tiene inconveniente en que se sepa.

He ahí la parte dura de la Justicia: si estás en libertad provisional y delinques en ese periodo, la Ley y la Justicia incrementan con más tiempo el castigo de pérdida de libertad. ¿Por qué no hacen lo mismo si estando en libertad el individuo se regenera, perdonando o redimiendo la pena....? Meter a este chico en la cárcel es hacer cumplir la Ley, efectivamente, pero puede significar echarle a perder de por vida. Y ahí estaría la gran injusticia de la Justicia. Porque Àngel está regenerado y reinsertado laboral y socialmente.