Las recientes agresiones a dos profesores, en Es Rafal y Calvià,
son sólo la punta del iceberg de una situación conflictiva en los
centros de enseñanza media. El escritor Quim Monzó, en un reciente
artículo, ha señalado que «hay que reconocer que la vida en los
institutos se ha vuelto difícil. Aún no han tenido que colocar
detectores de metales para evitar que los alumnos entren en clase
con armas, como en Estados Unidos, pero todo se andará. El festival
de insolencias no se da sólo en la enseñanza. Lo vemos en las
calles, en el comportamiento de motoristas, automovilistas,
ciclistas y peatones».
Esta breve reflexión de Monzó parece especialmente pertinente
ahora, tras las últimas agresiones a profesores de enseñanza
secundaria en dos centros escolares de Mallorca. Ultima
Hora ha buscado la opinión de diferentes profesores, tanto
de centros públicos como privados, para que dieran su opinión y
aportasen datos acerca de su propia experiencia docente. En
conjunto, la valoración sobre la situación actual de la enseñanza
en Balears ha sido bastante negativa.
Se quejan nuestros enseñantes de una gran falta de recursos
económicos para llevar a cabo todas las propuestas innovadoras y de
integración que estaban previstas en la actual ley que regula la
educación, la LOGSE, y se muestran también críticos con el nuevo
diseño de la enseñanza secundaria "la polémica ESO", «no es bueno
obligar a estudiar hasta los dieciséis años a alumnos que no tienen
ninguna motivación», señala Joan, profesor de filosofía en un
instituto de Palma, quien también se queja de la habitual falta de
respeto de los alumnos hacia los profesores; queja, esta última,
compartida por María, a punto ya de jubilarse y maestra de primaria
en un colegio privado, también de Palma, «por mi experiencia de
tantos años, puedo afirmar que, sin duda, vamos a peor.
Cotidianamente, niños de seis y siete años se enfrentan
verbalmente al maestro, llegando incluso hasta el insulto», y
añade, «aunque, claro, si un número cada vez mayor de ellos no
respeta ni a sus propios padres, difícilmente nos respetarán a
nosotros». Debido al frenético y estresante ritmo de vida actual,
parece evidente que las siempre complejas relaciones entre padres e
hijos se han vuelto, hoy por hoy, y en no pocos casos, aún más
dificultosas, y no sólo en grandes urbes o en ciudades de tamaño
medio "como, por ejemplo, Palma".
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