Once clubes participaron en el largo recorrido hasta Lluc.

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JAIME LÓPEZ Algunos disciplinados se pegaron el madrugón. Otros pillaron a los vocales de Mesa con el bocadillo en la boca. Lo cierto es que más de 300 adultos "hay que aclararlo; con los 18 más que cumplidos" salieron ayer por la mañana de casa mordiendo la ensaimada y dejando por la tarde churretones de sudor sobre las urnas, para cumplir con sus obligaciones plebiscitarias de la forma más cívica, pero también rauda y pedaleante posible. Porque lo que de verdad les importaba ayer a los curtidos participantes en la IV Marxa Cicloturística des Güell a Lluc era comerse a golpe de pedal los kilómetros que separan Palma del monasterio de la Mare de Déu.

Organizada por el Club Güell, la marcha dio comienzo a las nueve de la mañana con su cabeza visible, el inefable Tolo Güell, al frente para dar la salida al pelotón, que inició el recorrido en el cruce de las calles Aragón y Balmes. La Policía Local se encargó de asumir el control y orden de la carrera en sus primeros kilómetros hasta la salida de la ciudad de Palma, punto en que la supervisión del itinerario fue asumida por la Guardia Civil de Tráfico.

La coincidencia de celebración con la carrera ciclista en torno a Gràcia restó seguidores y participantes a la que aquí nos ocupa, por lo que se pretende que el año que viene la Marcha Cicloturística entre dentro de la programación de celebraciones de «Un invierno en Mallorca», para que no haya rutas ciclistas coincidentes. Aun así, fueron casi quinientos "incluidos los que se incorporaron en Santa Maria y Caimari" los miembros de once clubes ciclistas que llegaron a Lluc.