La jornada de peregrinación de 170 miembros de la Hermandad del
Rocío de Palma a la aldea de Almonte, celebrada el pasado fin de
semana, estuvo marcada por una gran participación, el compañerismo
y la devoción. Dicha expedición contó con un romero de honor, el
obispo de Mallorca, Teodoro Úbeda, quien estuvo acompañado por el
presidente, Juan Antonio Torres, y el padre Sebastián Feliu.
Los hermanos realizaron el vuelo Palma-Sevilla. Desde allí en
tres autocares se dirigieron a Almonte, parando en Bollullos del
Condado para desayunar y en el albergue para niños minusválidos «El
Pastorcito», donde entregaron la donación de aproximadamente
100.000 pesetas, provenientes de la recolecta efectuada en los
autocares. Una vez llegados a la casa que la hermandad tiene en la
aldea del Rocío, se dirigieron junto a la hermandad filial de La
Palma del Condado a la ermita de la Virgen, para participar en una
misa solemne, en la que el vocal de culto, Juan Vallés, dio voz a
una de las lecturas. Acabada la misa, los peregrinos aprovecharon
para comprar muchos objetos de recuerdo y posteriormente se
reunieron en su casa para la comida de compañerismo, que concluyó
con la degustación de 30 ensaimadas mallorquinas y el típico licor
de hierbas, que por cierto gustaron mucho a los hermanos
almonteños. El obispo se ausentó por espacio de dos horas para
visitar al obispo de Huelva y luego regresó para despedirse de la
Virgen junto con los peregrinos. En esta despedida se cantó la
Salve de Mallorca, una sevillana y la Salve Rociera. l Amalia
Estabén
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