Una quinta parte de la población femenina padece anorgasmia o
dificultad para experimentar un orgasmo, informó ayer en Palma la
codirectora del Center for Sexual and Marital Health de New Jersey,
Sandra Leiblum, para quien en esta patología está implicada la
pareja y no sólo la mujer. Leiblum, que participó ayer en el primer
simposio internacional que sobre disfunciones sexuales femeninas se
celebra en Palma, atribuyó la anorgasmia a la preocupación de la
mujer por dar placer a su pareja «sin pensar en ella misma», a la
falta de estímulo y tiempo adecuado para llegar al orgasmo y a la
incomunicación en la relación.
El sentimiento de culpabilidad, el temor, la inseguridad en la
relación y los tabúes ligados a la religión o a la socialización de
la mujer son factores que influyen en la inhibición del orgasmo,
explicó la psiquiatra.
Entre un 5% y un 8% de las mujeres que padecen anorgasmia «nunca
han experimentado un orgasmo», dijo Leiblum, y agregó que «para
entender la sexualidad femenina hay que entender la de la pareja».
Respecto a las mujeres que fingen orgasmo, la experta cifró el
porcentaje detectado en su centro de salud en un 10%. La psiquiatra
situó entre un 60% y 80% el porcentaje de éxitos en los
tratamientos psicoterapéuticos de las disfunciones. Por su parte,
Manuel Manzano, del Centro de Urología, Andrología y Sexología de
Madrid, que presentó un protocolo para la evaluación de las
disfunciones sexuales femeninas, se refirió a éstas como un síntoma
bajo el que, en ocasiones, subyace «la necesidad de defenderse para
protegerse de la angustia y el miedo que produce la sexualidad, sea
al fracaso o al dolor».
Entre los factores médicos susceptibles de inhibir el deseo
sexual, Manzano resaltó la diabetes, los antecedentes obstétricos y
la disminución de la testosterona y, entre los farmacológicos, la
ingesta de betabloqueantes, antidepresivos y antipsicóticos
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