Sampol demostró que es un auténtico profesional delante del horno. Foto: TERESA AYUGA.

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Como muchas otras familias, los miembros de la familia Sampol (a excepción de los más jóvenes) eligieron la festividad del Viernes Santo para cumplir con una santa tradición: elaborar empanadas y robiols, unos productos gastronómicos que le han proporcionado al vicepresident del Govern algún que otro quebradero de cabeza por la campaña "algo polémica, a decir de algunos" «Per Pasqua, resussita el plaer de la carn que ha puesto en marcha su departamento.

En Son Rubí, la casa de campo que el político posee en las afueras de Montuïri, todo el mundo tenía ayer asignada su función: Catalina Manera, la suegra de Sampol, había elaborado la masa de las panades "dos quilos y medio de harina" y se encargaba de darles forma encima de un papel de barba cortado en redondo pesando antes la pasta para que todas fueran iguales. Una vez finalizado su cometido pasaba la creación a su hija, Joana Roca, que llenaba la pasta con carne de cordero salpimentada o con una mezcla de guisantes, cebolla tierna y alcachofa, hacía la tapa y la unía al resto haciendo unas retortes de lo más perfecto. Una vez finalizadas, las piezas iban llenando llaunes.

Mientras, la función de Sampol estaba en el horno de leña: «No sé hacer panades, pero sí me gusta mucho eso de hornearlas». Hacer el fuego y vigilar el punto exacto en que el horno estaba caliente («cuando la mitad de las piedras de la entrada está blanca») parece ser función que domina el vicepresident, que explicó que la cocción en esos hornos es mucho mejor que no en los modernos de gas o eléctricos.