Las obras de la calle Concepció de Palma van, entre una cosa y otra, para dos años y todavía no han concluido. Y lo malo del caso es que, tras tanto tiempo de tener a sus vecinos y comerciantes sumidos en la polvareda y los ruidos, la obra no ha quedado bien, o no al gusto de todos. Las quejas más fuertes se producen desde sa Font hasta la iglesia, un tramo que se supone que será peatonal pero que, mientras tanto, está adornado con hermosas aceras, algunas mas altas que las otras, donde se ha sustituido el adoquinado de piedra por este otro, que encima ya se comienza a resentir.
A la propietaria de la tienda de marcos Pinzells, la reforma le ha supuesto perder algunos clientes, «pues no podían entrar con el coche, llevando los cuadros en la mano, por lo que iban a otro establecimiento», aunque afortunadamente los ha recuperado. A ella no le gusta el cambio de adoquinado, y opina que «el otro era más auténtico y más duradero». Tampoco sabe si la calle será o no peatonal, pero si lo es, pide que pongan un carga y descarga donde los coches puedan aparcar unos minutos, «porque aquí hay gente que precisa de ellos».
Por su parte, la dueña de es Forn de la Concepció, que al igual que su vecina de Pinzells sintió la marcha de algunos clientes «que no podían pasar», pero que también han vuelto, nos muestra una parte del empedrado de la calle que ya se ha movido. «Además "añade", cuando riegan, esto resbala, y cuando no, las mujeres, con tacones, tienen problemas para caminar por aquí. Yo lo hubiera dejado como antes». Tampoco está muy contenta con la reforma Fina Fernández, dueña de la papelería. Ni su marido: «La compensación que nos da Cort es inferior a los problemas que hemos tenido... y seguimos teniendo». Como el resto de vecindario, imagina que a la calle la peatonizarán, «pero si lo hacen "añade" ¿por qué han puesto esas aceras?».
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