«Adiós a las armas» no es sólo el título de una excelente novela de
Ernest Hemingway. Es también el nombre de la campaña para el
control de las armas ligeras que presentaron ayer, en la oficina de
Greenpace, Carlos Bravo, de Greenpeace España; Margalida Capellà,
de Amnistía Internacional; Aurora Mayol, de Intermón; y Toni Luna,
de Médicos Sin Fronteras.
Armas ligeras son aquellas que pueden ser transportadas por una
sola persona o por un vehículo ligero, por ejemplo, pistolas,
rifles, granadas, determinados misiles o minas antipersonales.
«Hemos decidido volver a trabajar en equipo después del éxito de
las dos campañas anteriores conjuntas, la de prohibición de minas
antipersonales y la de transparencia en la venta de armas», señaló
Bravo, y añadió: «Hoy en día el noventa por cien de las víctimas de
un conflicto se producen por el uso de armas ligeras». Alrededor de
setenta países fabrican armas de este tipo. Se cree que hay unos
quinientos millones de las mismas repartidas por todo el mundo. «En
esta campaña no se trata de prohibir el uso de las armas ligeras,
sino de regular y reducir el comercio de las mismas. Se trata, en
definitiva, de fomentar una cultura de la paz», resumió Bravo.
Por su parte, Capellà señaló que las organizaciones no
gubernamentales quieren denunciar que «estas armas provocan, aparte
de las víctimas ya mencionadas, un aumento de los homicidios y de
la inseguridad ciudadana». El comercio legal de estas armas genera
un negocio de siete mil millones de dólares al año. Estados Unidos
sigue siendo el principal fabricante. Capellà valoró como positiva,
aunque insuficiente, la toma de conciencia de este problema por
parte de organismos como la ONU, la Organización de Estados
Americanos o la Unión Europea. «Además, desde 1997 funciona la Red
IANSA, formada por distintas organizaciones no gubernamentales con
el fin de controlar este tipo de armas», concluyó Capellà.
«Los tres ejes de esta campaña son la búsqueda de la
transparencia, el control y la reducción. Pretendemos incluso
volver a comprar las armas, recogerlas y destruirlas. A veces hay
más muertes después de un conflicto que durante el mismo», señaló
Mayol. Además, desde el final de la II Guerra Mundial se ha
producido una progresiva desmilitarización de los distintos
conflictos. «En la actualidad, el noventa por cien de las víctimas
forman parte de la población civil», indicó Luna. «Como médicos, en
nosotros se produce un sentimiento de rabia e impotencia cuando
vemos que la gente que estamos atendiendo ha sido herida por armas
que nosotros mismos vendemos».
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