Ayer se iniciaron las revisiones a las cerca de cuarenta calesas
que cuentan con licencia dentro del término municipal de Palma. Los
propietarios tienen toda la semana para someter caballo y galera al
control establecido y durante el día de ayer pasaron los cinco
primeros. Se trata de una revisión con dos partes bien
diferenciadas: por una parte un agente local revisa el carruaje, el
estado de las luces, frenos, correas o ruedas y la vigencia de los
permisos, impuestos y seguros obligatorios. También se asegura de
que el propietario lleva en la calesa un callejero y un libro de
reclamaciones para los clientes.
Mientras, al mismo tiempo, un veterinario se ocupa de los
animales, a los que somete a revisión médica. Una de las pruebas
consiste en hacer galopar al caballo durante unos cien metros. Uno
de los equinos atendidos ayer tiene diecisiete años y quizá en este
ejercicio no dio la talla, por lo que el veterinario recomendó a su
propietario que lo retirase ya de un trabajo duro que lo ocupa
durante demasiadas horas al cabo del día. El dueño lo reconoció
pero alegó que a él mismo le queda apenas un año para la jubilación
por lo que pronto descansarán juntos.
Al propietario de otro de los caballos revisados le dijeron el
año pasado que el animal estaba demasiado delgado para tirar de una
calesa cargada de turistas durante horas y horas, pero ayer hizo
notar al veterinario que el caballo ha ganado peso durante este
invierno y ahora se encuentra mucho más fuerte.
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