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La rabia ponzoñosa ha venido y nadie sabe cómo ha sido, porque Marina, cuando estaba recorriendo en bici el Hermano-Dakar, de pronto experimentó una insólita transformación: en el kilómetro virtual 576 su habitual expresión de lechona con angustia vital dio paso a un rictus malévolo de urraca irritada, antes de decir, con voz sesgada por la estricnina que pugnaba por brotar de su interior: «De mayor me gustaría ser como Ania... de hipócrita, claro».

Como es natural, si Íñigo «El Escatológico» se entera de esas palabras las cosas podrían complicarse. Íñigo está muy decidido a permanecer con Ania por los boñigos de los boñigos, y hasta que la roña los separe, por lo cual no tolerará que la joven plañidera influya negativamente en la audiencia. Es muy extraño que la dulce Ania sea vista con tan malos ojos. Es una criatura tan virginal, consecuente y valerosa, que yo pensaba proponerles que la llamemos Ania de Arco, aunque espero que Marina no le prenda fuego en la parrilla del jardín, junto al gallinero, como a la genuina heroína francesa.

Hablando de nominaciones (mañana dan la extremaunción a uno de los enclaustrados), Iván es uno lo los que cosechan más detritus de la opinión pública. Su madre ha dicho que su hijo es un encanto (faltaría más) y que «siempre tuvo éxito con las mujeres, aunque no remataba». O sea, que en cualquier caso las dejaba agonizantes.