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Sucedió en Madrid antes de lo del Gran Hermano y me lo ha contado una actriz catalana afincada en Barcelona, amiga de varias modelos que coincidieron con Ania en la capital, en un pase de modelos de vestidos de novia. Resulta que vivían todas en el mismo hotel y, claro, comían y paseaban juntas con camaradería, como buenas niñas, contándose sus cositas durante el currele.

Todas, menos Ania, quien ya desde un principio les dio a entender con altivez que no le interesaba en absoluto mezclarse con ellas, porque no estaban a su nivel, así que procedió a permanecer siempre aparte, sin dirigirles apenas la palabra porque las demás no tenían su categoría. Esta versión encajaría con las noticias difundidas ya desde el principio del programa en los foros de Internet, donde se aseguraba que Ania había estado detenida en la Dirección General de Seguridad por haber participado en actividades racistas, ya que ambas actitudes tienen el denominador común de la intolerancia.

El jueves por la noche, cuando les dieron la sorpresa de depositar en la casa una jovencita cocker, los concursantes se abalanzaron sobre la criaturilla como escolares ante su premio de fin de curso. Entonces Ania la tomó en brazos y dijo que quería que se llamara Venus, pues siempre había deseado tener una perrita con ese nombre. Claro está, las mascotas de un ser superior, como ella, deben llevar, como mínimo, nombre de diosa de la Antigüedad.