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Llorenç Vanrell, el cura de más edad de Mallorca, cumplió el pasado martes 96 años. A pesar de su avanzada edad, todavía conserva mucha vitalidad y, sobretodo, ganas de hablar con la gente. Recibe múltiples visitas de personas que quieren confesarse con él o pedirle consejos. Algunos domingos, cuando se siente con ánimos, ayuda al párroco de Sencelles, Pere Oliver, a concelebrar la eucaristía.

Este llorità, que encontró su vocación con la lectura del libro de San Luis Griñón de Montpart, pasó once años en el seminario y posteriormente fue ordenado sacerdote en la ciudad de Vic. A lo largo de cuatro años se encargó de los blavets de Lluc. Cuando estalló el Movimiento viajó hasta la Península como misionero del «Sagrat Cor». Llorenç Vanrell explica que gracias al hecho de ir hasta Navarra, en lugar de permanecer en Barcelona, al igual que sus otros compañeros, hoy todavía lo puede explicar, ya que el resto de misioneros fueron fusilados.

En 1939 regresó a Mallorca, el año del final de la Guerra Civil. Durante unos años estuvo en las iglesias de Ruberts, Lloret, Costitx, Pina... Dice que simultanear las tareas en estos pueblos era muy cansado. Padeció una anemia que le hizo estar una larga temporada de baja. «Me fui a Son Servera a probar si los aires del mar me iban bien». Al comprobar que estar cerca de mar hacía que se recuperara, el Obispado le asignó la parroquia de Can Picafort. Esto sucedía en 1948. En Can Picafort no había iglesia: «Celebrábamos misa en una terracita». Actualmente vive en la residencia de Sencelles y se siente con ánimos de llegar a centenario.