El paseo que transcurre al borde del mar por el Muelle Viejo
amanece cada domingo convertido en un auténtico basurero.
Las noches de «botellón» que tienen lugar los fines de semana,
en las que numerosos jóvenes se reúnen para beber y escuchar música
a lo largo del espigón del Muelle Viejo, dejan el paseo como si se
tratara de un vertedero de basuras.
Los servicios municipales de limpieza recogen las botellas,
plásticos y papeles que se acumulan junto al muro, pero se olvidan
de que en la parte de las rocas también hay desperdicios que, la
mayoría de las veces, se quedan sin recoger. Por otro lado, los
restos de la juerga nocturna que se acumulan al otro lado del muro
han convertido este muelle en un foco de suciedad y desperdicios
que atraen a las ratas.
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