La madre de Claudia, Gudrum, llegó con el grueso de invitados.

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Buena la armó Claudia Schiffer con motivo de su treinta cumpleaños. La modelo alquiló y mandó cerrar a cal y canto Cas Xorc, el exclusivo agroturismo cercano a Sóller elegido para la ocasión. Dentro, sólo tenían cabida su centenar de exclusivos invitados y los fotógrafos y periodistas de «¡Hola!». Fuera, bregaban más de cien reporteros y paparazzi con los vigilantes jurados, llegando a producirse momentos de tensión.

Entre los invitados, la mayoría de ellos alemanes, se pudo ver, mientras accedían en coche a la «fortaleza», al arquitecto Pedro Otzoup, acompañado de su esposa, Nicole Blancherie; la pintora Natasha Zupan; Cristina Macaya; Marieta Salas y a Pere A. Serra, el presidente-editor de Ultima Hora , que acudió acompañado de su hija Paula. La que oficiaba de maestra de ceremonias no era otra que Nati Abascal. Sobre este hecho cabe hacer mención del discreto segundo lugar que ocupa, en la actualidad, la madre de Claudia, Gudrum, que accedió al recinto a la vez que el resto de invitados, cuando había sido siempre la organizadora de las fiestas de su hija.

Horas antes habían llegado Claudia, que recibió a los invitados de blanco, bellísima, y un Tim Jeffries que lo hizo vestido de negro. El menú que degustaron llamó la atención por lo mallorquín: de primero, a elegir, paella de marisco o de pescado; lechona con mero, mousse de higo y naranja, pastel de chocolate, sorbetes y pastelillos variados. El aperitivo que pudieron tomar los selectos invitados consistió en coca de trempó, dátiles con bacon, carpaccio de pescado, conejo con aceitunas y filete marinado de buey. La fiesta, amenizada por un grupo de palmeros, se prolongó hasta la madrugada.