Maria Mestre y Gabriel Rigo viven en Vilafranca, tienen treinta y
cinco años, y llevan once casados. Hace unos dos años decidieron
adoptar una criatura. Su caso sólo sería uno más entre otros de
padres que inician un proceso de adopción si no fuera porque Maria
es invidente.
Para poder adoptar un niño es imprescindible contar con un
certificado de idoneidad, que en nuestra Isla tramita la
Conselleria de Benestar Social del Consell. Maria y Gabriel lo
consiguieron el mes pasado. «La decisión final no ha sido fácil,
pero se ha visto que Maria es una persona con un nivel de autonomía
alto y finalmente ha obtenido el certificado», señala la consellera
Josefina Sintes. Hasta ahora, no había ningún precedente en Balears
de una madre invidente que hubiese adoptado un hijo.
Maria quedó ciega a los 25 años, a causa de una diabetes. Cuando
decidió tener un hijo propio los médicos se lo desaconsejaron
porque podía ser peligroso para su salud.
«Un familiar mío adoptó un niño hace unos años y en ese momento
me planteé la posibilidad de seguir ese camino si quería tener un
hijo. Ahora me arrepiento de no haber empezado mucho antes todo el
proceso», indica Maria.
Dicho proceso lo iniciaron Maria y Gabriel en octubre del pasado
año. Las entrevistas y reuniones en la conselleria fueron
numerosas, y en algún momento ambos estuvieron a punto de perder la
esperanza, «creía que me discriminaban, me sentía muy mal, porque
pensaba que si no conseguíamos el certificado sería por mi culpa»,
afirma Maria.
Una vez conseguido el certificado de idoneidad hay varias
agencias en la Isla que ponen en contacto a los futuros padres con
responsables políticos de otros países. Estos dirigentes se
encargan de dar el sí o el no final a la petición de adopción.
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