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Espacios para el amor de madrugada Me cuentan que EMAYA, por ejemplo, ha recabado información sobre si es cierto que hay preservativos usados en las calles que han copado las prostitutas "Avenidas y alrededores (y sobre todo zonas próximas a colegios) y segunda línea de la Platja de Palma" y la respuesta ha sido afirmativa: haylos. Le han contado a la presidenta que sobre todo en esos puntos, así como en el parque que hay entre el Acapulco y Zorbas, y el que hay frente al Mega Park, son en los que más abundan, lo cual no extraña, pues son zonas de prostitución callejera "denunciadas en numerosas ocasiones", convertidas en fornicios porque además tienen poca luz, son poco transitadas, y desde la vía pública, a causa de la floresta, no se ve lo que ocurre dentro. ¿Solución? Mayor presencia policial y controles de clientes, sobre todo en Avenidas y Velázquez, sin olvidar estos últimos puntos. Porque a las prostitutas no se les puede prohibir que ejerzan su trabajo, pero a los clientes no les gustará nada que la policía les esté pidiendo constantemente el DNI.

El extraño caso del ascensor
Unas amigas de Manacor fueron de viaje a Nueva York. «No llevéis joyas, pues os pueden robar. ¡Y cuidadito con los negros, eh!», les advirtieron los amigos. Ellas tomaron precauciones. Y como encima no saben hablar inglés... Bueno, la verdad es que se habían aprendido cuatro palabras para salir del apuro.

Asi que visitaron NY con las joyas en la caja fuerte del hotel. Pero la última noche una propuso que «para la cena... ¿por qué no nos ponemos las joyas? Total, en el hotel nadie nos las va a quitar». Dicho y hecho. Tras la cena, entraron en el ascensor. Cuando se iba a cerrar la puerta, llegaron tres caballeros, uno de ellos negro, que se las quedó mirando, sonriendo. Las amigas se pusieron nerviosas a la vez que la sonrisa del negro iba in crescendo. De los nervios pasaron a los gritos: «¡No violeision, plis! ¡No violeision, plis!», gritaba una fuera de sí, contagiando a las demás. (Todo esto dentro del ascensor, ¡eh!) Total, que se montó tal griterío que tuvo que poner calma el director del hotel. Al día siguiente, al ir a pagar los gastos, se encontraron con que alguien les había abonado. Encima, el conserje les entregó tres ramos de flores y una tarjeta, escrita en inglés, que no entendieron, y que en Mallorca mostraron a un amigo y...: «Me gano la vida haciendo reír a la gente "leyó", pero nunca me había reído tanto como anoche, en el ascensor. Gracias. Eddy Murphy».