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¡Ueggg, qué pestazo!
En la plazoleta en la que confluyen plaza de Cort con Jaume II,
GESA ha abierto un enorme socavón con el fin de proceder al cambio
de tuberías de conducción de gas. Hasta aquí, sin problemas. Hay
que dar paso al progreso. Pero resulta, primero, que el cambio de
tubería parece que ya ha sido efectuado, y si no nadie lo entiende,
pues el lunes hará dos semanas que comenzaron las obras; segundo,
que el olor a gas se ha adueñado del lugar hasta tal punto que ha
alarmado a los vecinos quienes llamaron a GESA, por si había algún
escape. Desde allí les tranquilizaron que ni había escape, ni
peligro. Sin embargo, el olor se hace insoportable. El vendedor de
la ONCE, imposibilitado para hablar, se echa la mano al cuello como
diciendo ¡me ahogo! Y tanto, pues el olor es acentuado. Las
propietarias de la joyería y de la tienda de ultramarinos nos
contaron que anteayer por la tarde tuvieron que cerrar las puertas
«porque a causa del olor nos ahogábamos; nos entraba como náuseas.
Dicen que no se puede producir ningún escape, pero no se puede
aguantar».
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