Resulta sorprendente e increíble para quienes conocen bien Calvià
que su alcaldesa, Margarita Nájera, pretenda vender la imagen de su
municipio como la del paradigma de desarrollo sostenible en la Expo
que se está celebrando en la ciudad alemana de Hannover. Y es que
un simple vistazo a muchas zonas del término nos descubre la
presencia de grúas por doquier en un frenesí constructor que nada
tiene que ver con la postal idílica que muestra su alcaldesa en el
exterior.
Por si algo faltara, la moratoria urbanística aprobada por el
Consell Insular de Mallorca, cuyo gobierno apoya su propio partido,
el PSIB"PSOE, parece no afectar al municipio, donde se ha llegado a
dotar de servicios a urbanizaciones que, precisamente por carecer
de ellos, ya no hubieran podido construirse.
Bien es verdad que se han llevado a cabo algunas mejoras en
zonas degradadas del municipio y se ha desclasificado suelo
urbanizable durante el mandato de Nájera, pero esto no puede
ocultar en absoluto los desmanes urbanísticos y el crecimiento
desmesurado que se registra en estos momentos en Calvià, amparados
por el Plan General de 1991, de cuya elaboración y aprobación ella
es responsable.
Cierto es también que Nájera ha ganado las elecciones por
mayoría absoluta, aunque esto no significa que tenga carta blanca
para que Calvià continúe creciendo sin mesura y, mucho menos, para
saltarse a la torera una norma aprobada por un órgano superior como
es el Consell Insular. Y, naturalmente, lo que no puede hacer en
absoluto es engañar a nadie con imágenes que en nada se
corresponden con la auténtica realidad.
Antes de acudir a Hannover a vender las presuntas maravillas
urbanísticas de Calvià, Nájera debiera poner orden en el caos,
tarea difícil que no ha sido capaz de asumir desde que tuvo cargos
de responsabilidad en esta materia.
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