TW
0

La situación en Oriente Medio se ha agravado en extremo, podría decirse que se vive un clima bélico en la zona, después de que tres soldados israelíes fueran linchados en Ramala por un grupo enfurecido sin que la policía palestina hiciera nada por detenerlos. La respuesta de Barak ha sido la de enviar helicópteros a bombardear Gaza, aunque los misiles han sido dirigidos contra «objetivos limitados», según los militares israelíes.

Los esfuerzos diplomáticos de los últimos días no han tenido apenas repercusión y cada vez parece más difícil que la Autoridad Palestina, que preside Yaser Arafat, pueda controlar la violencia desatada entre los suyos, tremendamente dolidos por la enorme cifra de muertos que han acumulado desde los primeros enfrentamientos con el Ejército judío.

Y Barak tampoco podrá controlar a los sectores más ortodoxos que reclaman una intervención más contundente que abocaría a una situación de guerra abierta ya sin los eufemismos que se utilizan aún para calificar los últimos acontecimientos.

Es evidente la importancia de la tensión en la zona para Occidente, que ya sufre las consecuencias de un precio del crudo disparado al alza. Pero es que además, la inestabilidad en Oriente Medio puede suponer, de nuevo, un claro enfrentamiento con el mundo árabe, claramente a favor de los palestinos, y los Estados Unidos y sus aliados, siempre en sintonía con los israelíes.

Sin duda, el fracaso de la comunidad internacional y de Bill Clinton en todos sus intentos de mediación en el conflicto ha sido absoluto. Pero en estos momentos lo más grave es que ni Arafat ni Barak parecen ya estar en condiciones de suavizar las tensiones. Aunque lo peor de este asunto es el tremendo drama humano que viven muchas personas en la zona. Algo a lo que hay que poner remedio por difícil que esto sea.