Hemos regresado de un corto, pero intenso viaje a Florida. Cuatro
días. Una paliza, pero ha valido la pena, ya que hemos cubierto los
objetivos que nos habíamos trazado. ¿Cuáles? Tres: Entrevistarnos
con Joaquín J. Martínez en la cárcel de Tampa "Oriente Road, la
llaman"; entrevistarnos con sus padres para saber cómo andan las
cuentas en vistas del juicio que tendrá lugar a primeros de enero;
y entrevistarnos con miembros de la Fundación Cubano"Americana para
conocer su punto de vista respecto a los inversores mallorquines en
Cuba, cosa que también recabamos a un conocido comentarista de
Radio Mambi.
Sobre los tres temas les hablaremos esta semana. Martes,
miércoles y jueves, día en que, por cierto, los padres de Joaquín
llegan a Palma "en realidad aterrizan el miércoles por la noche"
para asistir a una cena, en Santa Margalida, para agradecer el
apoyo que están recibiendo de parte de los mallorquines y, al mismo
tiempo, recabar fondos, pues, como ya les contaré en su momento, el
precio del juicio son 80 millones de pesetas y todavía no se está
ni en la tercera parte de esa cifra. Por eso, y dado que nos hemos
hecho un poco nuestro el caso Joaquín Martínez, habrá que acudir a
esa cena y colaborar, moral y económicamente, y quien no pueda
hacerlo, ingresar una cantidad en la cuenta que está abierta para
el caso. Me cuenta Manuel Jaén Palacios que ha invitado a toda la
clase política de la Isla sea cual fuere su ideología, así como
entidades. También está previsto que asistan los padres del preso
en la cárcel de Palma con quien Joaquín se cartea desde Tampa,
ciudad de la que sólo teníamos noticias por dos asuntos: porque
desde allí Carlos Manuel de Céspedes dio a conocer su ideario,
fundamental para la revolución cubana; y porque en Tampa se
prepararon los soldados norteamericanos para luchar contra los
españoles en la Guerra de Cuba.
Ahora, además de eso, sé que tiene un maravilloso jardín
botánico y que a unos 20 kilómetros del centro existe una de las
prisiones más modernas de Estados Unidos, en una de cuyas celdas,
Joaquín, que sigue vistiendo de color butano, y que cuando le sacan
de visita le esposan como cuando estaba en el corredor de la muerte
de Starke, se halla a la espera de juicio.
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