Los datos ofrecidos por el conseller de Hisenda del Govern
balear, Joan Mesquida, reflejan la desaceleración de la economía
balear, que experimentará un crecimiento del 4'3 por ciento este
año y de un 3'5 por ciento en el próximo, cifras que se sitúan por
debajo de la media nacional y por encima de la europea. Algunos
analistas ya habían advertido hace un cierto tiempo que las tasas
de crecimiento económico iban a reducirse y que esto no supondría
efectos negativos, por cuanto significaba de estabilidad, criterio
que comparte el Ejecutivo autonómico. De hecho, un crecimiento
desmesurado nos abocaría a un recalentamiento de la economía con el
consiguiente disparo inflacionista.
Tal vez haya tenido mucho que ver con esta moderación la
situación de la moneda única, cada vez más devaluada frente al
dólar y que ha forzado repetidos incrementos de los tipos de
interés. Y naturalmente, también incide en estas previsiones el
descenso de la actividad en el sector de la construcción, afectado
por las medidas proteccionistas adoptadas por la Administración
autonómica.
Las cifras apuntadas por el conseller no hacen temer en absoluto
una radical inversión de la tendencia de crecimiento que sí sería
preocupante, sino más bien al contrario. La moderación en el
momento actual se puede traducir en efectos enormemente positivos
con vistas al futuro inmediato. Aunque es cierto que las economías
domésticas sufren ya las consecuencias del aumento de los tipos,
bueno será que no tengan que padecer además el incremento
desmesurado de los precios por un crecimiento atípico.
De todos modos, habrá que ver cómo afecta esto al mantenimiento
del empleo, que puede verse seriamente afectado y que también debe
ser objetivo fundamental de las diferentes administraciones
públicas.
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