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Retrasar el período de rebajas de verano del primer lunes de julio al tercero fue contraproducente para todos los sectores implicados. Falló el Govern en sus previsiones al aceptar, sin más, una decisión que merecía un análisis más detallado; tampoco estuvieron finas las patronales del comercio, que se empecinaron en retrasar una campaña que hasta el pasado año había sido exitosa, ni quedaron bien paradas las grandes superficies, que realizaron «rebajas encubiertas», según el presidente de Afedeco, Pau Bellinfante, que perjudicó al comercio minorista. En la población balear, asimismo, se creó un gran malestar porque el retraso les impidió disfrutar de las rebajas como sí lo hicieron en el resto de España. Con toda la razón del mundo, mucha gente se sintió discriminada.

Una encuesta realizada por Afedeco entre 450 comercios de Balears reveló esta semana la inoportunidad de la medida de retrasar (al 24 de julio) las rebajas de verano. Los empresarios se quejaron de que vendieron mucho menos que el pasado año. Pero esto no es ninguna novedad, porque ya en su momento, se alzaron voces discrepantes contra las nuevas fechas elegidas. Cuando el Govern aprobó el decreto para retrasar el inicio de las rebajas, lo hizo convencido de que esa medida iba a ayudar a los comerciantes de las Islas, ya que «podrán aprovechar la mayor afluencia de visitantes para hacer un mayor volumen de negocio», según explicó el conseller de Presidència, Antoni Garcías.

Pero, la medida no agradó a muchos comerciantes que se mostraron bastante molestos. Según afirmaban ya entonces, muchas tiendas de Palma, sobre todo grandes superficies, iban a realizar «rebajas camufladas en originales ofertas». Insistían, además, que el retraso no iba a favorecer a los comercios puesto que se originaría una acumulación de género al juntarse los objetos de la temporada de verano con los que llegan para otoño.