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Pequeño paseo por la Pequeña Habana de Miami
Del paseo que me di por la Pequeña Habana, varias cosas me llamaron la atención: la cantidad de empresas funerarias e iglesias para todas las creencias que me encontré y, sobre todo, la limpieza. Nada que ver con La Habana de Fidel. ¿Que por qué? Seguramente porque allí, en cuestión de sanciones, no se andan con chiquitas. En casi todas partes, y en lugares muy visibles, se ven carteles, en inglés y en español, advirtiendo que quien ensucie la calle será multado con 500 $ (quinientos dólares), unas cien mil pesetas. Creo que en esto también están incluidas las cacas de los perros. Se lo comenté a María Crespo y tomó nota. ¿Saben? También estuve en la casa en la que vivió Elián. Una vecina me contó que el tío abuelo y su familia ya no vivían allí. «Se han ido más hacia arriba», señaló con la mano hacía un lugar inconcreto. Allí ya de Elián no se habla. Sólo de vez en cuando, cuando aparece algún turista y pregunta, se le dice que ya no está.

Luces de Navidad
El tiempo pasa sin que a veces nos demos cuenta, por lo que tienen que ser ciertos signos los que nos recuerden que pasa.
Porque apenas fue ayer cuando estábamos en la playa, soleándonos, cuando, todavía sin habernos puesto el abrigo, observamos que comienzan a ponerse en las calles de Palma la luces de Navidad. (La foto fue captada ayer en la Avenida Argentina). ¡Si parece que fue el otro día en que aún estaban encendidas! Pues sí. Lo parece, pero ya ha transcurrido un año de aquello. ¡Qué prisa pasa el tiempo!