Las ventanas y balcones de Son Dureta llevan ya más de un año
apuntaladas por el riesgo de desprendimientos y las anunciadas
obras de reforma de la fachada, que devuelvan al hospital un
aspecto saludable, no llegan.
Fue poco antes del verano de 1999 que se dio la voz de alarma a
raíz de un desprendimiento. Juan Sanz, director de gestión de Son
Dureta, explica que «detectamos que podía haber desprendimientos en
ciertos lugares de la fachada y lo que hacemos es actuar».
Se pusieron vallas prohibiendo el paso en determinados lugares
donde se pensaba que existía riesgo de desprendimientos y en julio
de ese mismo año el Consejo de Ministros aprobaba una partida
extraordinaria de emergencia de 34 millones para hacer frente al
problema de Son Dureta. Se realizó un estudio arquitectónico, y,
fruto de él, ese mismo verano, se tomó una primera medida urgente
preventiva para paliar el posible riesgo de desprendimientos y que
consistió en afianzar (apuntalar), con madera, el marés y fiolas de
puertas, ventanas y balcones de la fachada.
Al mismo tiempo, se realiza un anteproyecto inicial para
arreglar las fachadas del hospital (pabellón infantil y general) y
se prevé un gasto de 119 millones. Sin embargo, «esta pasada
primavera al revisar los afianzamientos hechos el verano anterior
detectamos que hay que ampliar la obra de reforma ya que es más
compleja de lo que se había detectado», indica Sanz. Así, el
presupuesto ha aumentado hasta los 400 millones y ahora se está a
la espera de que empiecen las obras. Antes, se revisarán los
apuntalamientos y las redes puestas en las fachadas para seguir
garantizando que no hay riesgos de desprendimientos.
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