Hoy se cumplen 30 años del pontificado del obispo de Mallorca,
monseñor Teodor Úbeda Gramaje. El día de su consagración como
obispo fue elegido por el propio don Teodor, a instancias del
nuncio de Su Santidad. Eligió la festividad de Todos los Santos
porque le recordaba de una manera muy especial a su madre,
fallecida cuando él todavía era un jovencísimo seminarista. También
su padre acababa de fallecer hacía 18 meses. En esta fecha don
Teodor celebraba el triunfo definitivo de sus padres, resucitados
en Jesucristo. Entendió que era la fecha más apropiada para unirse
a ellos de nuevo y que quedara constancia histórica de la
efemérides.
Fue a finales de julio de aquel año, 1970, cuando monseñor Luigi
Dadaglio, nuncio de la Santa Sede en España, le llamó por teléfono
para decirle que viajara a Madrid, puesto «que ya sabe que tenemos
asuntos pendientes». Con la natural inquietud de sus 38 años, don
Teodor se trasladó inmediatamente a Madrid. Al entrar en el
despacho de monseñor Dadaglio, y después de los saludos cordiales
de rigor, le comunicó que el Santo Padre, previa la información
pertinente y el procedimiento habitual: «Ha decidido nombrarle a
usted obispo auxiliar de Ibiza». La sorpresa fue mayúscula. don
Teodor reaccionó con el lógico desconcierto: «No sé si sabré asumir
tanta responsabilidad...», murmuró en un balbuceo.
Todavía no había cumplido 39 años y, aunque su experiencia como
vicario general era una garantía de buen resultado y acierto, aquel
nombramiento no dejaba de conmoverle. Aunque no le amedrentó en
absoluto. Se había acostumbrado a hacerse cargo de todo lo que la
vida le ofrecía. El pequeño desconcierto no fue ignorado sin
embargo por el nuncio, el cual le animó desde el primer momento y
le informó de los buenos juicios que sobre su persona tenían los
responsables superiores de la Iglesia. Don Teodor aceptó plena y
libremente, fiel a su línea de obediencia al Santo Padre.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.