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En nuestra cultura el día de Todos los Santos causa tristeza y el recuerdo de los seres queridos que ya no están. Pero poco a poco la tradición irlandesa, que no norteamericana como todo el mundo cree, se ha ido introduciendo en nuestro país, provocando que el 31 de octubre se convierta en una noche de juerga y de desenfreno. La temida noche de Halloween.

Muchos de los extranjeros afincados en nuestra Isla lo celebran con fiestas especiales. Una de estas fiestas tuvo lugar ayer en el Bellver International College. Allí, los alumnos de hasta quinto de primaria asistieron al cole ataviados con las más tétricas galas, para, como exige la tradición, asustar a los espíritus y fantasmas que pudieran aparecer. Por un día dejaron de lado sus temores a los seres de la noche y se convirtieron en ellos, con una ilusión y una alegría inimaginables. Además, los peques también acostumbran a dejar comida y otros presentes en la puerta de su casa para contentar a los fantasmas y evitar su mal genio.

Las calabazas son otros de los elementos primordiales de esta fiesta pagana. Calabazas que, en un principio eran nabos, y que, según cuenta la leyenda, sirven de linterna a Jack O'Lantern, un hombre sombrío y oscuro que vaga por la orbe en busca de un lugar donde descansar.