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EUROPA PRESS - FRANCIA El mallorquín Javier Sansó, único navegante español que tomará parte en la prueba más dura del mundo de la vela, La Vendée Globe, afronta esta cuarta edición de la vuelta al mundo sin escalas ni asistencia, que se ha cobrado dos vidas desde su creación en noviembre de 1989, con un único temor en mente, lo que él mismo ha denominado «objetos flotantes no identificados».

«Lo que más temo de esta regata son los objetos flotantes no identificados como iceberg, contrenedores, bidones..., cualquier cosa que flote y que en caso de colisión puede llegar a romper el timón o hacer un agujero en el casco de la nave que puede obligarte a hacer abandonar la competición, explicaba el skipper balear, que partirá mañana junto a otros 23 patrones (entre ellos dos mujeres), desde el puerto de la localidad francesa de Sables D'Olonne a bordeo del «Old Spice», de 60 pies.

Para Sansó, de 31 años, que contabiliza 10 travesías transatlánticas (tres de ellas en solitario), las tormentas no son tan peligrosas como esos objegtos flotantes de los que habla. «Con un parte meteorológico puedo tomar la decisión de meterme o no en la tormenta para aprovechar los roles de viento. Con lo otro no tengo esa posibilidad. Es algo que no respeta a nadie ni a los barcos de presupuesto altísimo ni a los de bajo. Es cuestión de tener suerte», reconoce Sansó.

El objetivo del patrón mallorquín consiste en regresar a tierras francesas transcurridos los más de 100 días de navegación en los que suelen saldarse las 25.000 millas del recorrido. «Mi objetivo es terminar, pero al mismo tiempo estoy muy motivado ya que será una buena preparación de cara a una próxima edición, con otro barco quizás más competitivo», explica el segundo español que participa en la Vendée Globe tras la presencia de José Luis Ugarte en la prueba de 1992, en la que terminó sexto tras 135 días de navegación.