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Hace apenas unos meses se anunció que Palma contaría en breve con un nuevo recinto ferial y, en contra de lo que suele ocurrir con las cosas de palacio, ya tenemos proyecto ganador. De entre el medio centenar de ideas presentadas a concurso, un jurado constituido por prestigiosos profesionales del ramo se ha decantado por el proyecto de dos arquitectos madrileños, que proponen un complejo formado por tres pabellones destinados a exposiciones y ferias, un edificio para aparcamiento de vehículos y, por último, un bloque para la Conselleria d'Economia y la Cámara de Comercio, todo ello veteado por zonas verdes. La noticia, desde luego, es positiva para la ciudad, pues una capital como la nuestra debía contar con unas instalaciones así desde hace décadas. Sin embargo, la solución aportada para aparcamiento de coches "un edificio de quince pisos de altura" resulta francamente preocupante. Aunque, como aclaró rápidamente el Govern, cuatro o cinco de esos pisos queden bajo el nivel del suelo, el perfil del bloque sigue resultando ofensivo en una zona tan cercana a la costa. Y otro hecho criticable es que se plantee la construcción de otro gran bloque de hormigón para la Conselleria d'Economia, cuando tenemos un casco antiguo repleto de casas señoriales que bien podrían adaptarse a esos usos que, además, revitalizarían una zona largamente olvidada.

Por otra parte, ha sorprendido que el Ajuntament de Palma esté dispuesto a reformar el Plan General, que no permite edificaciones de tamaña altura en la zona. Cort debería pedir más imaginación al Govern y obligarle a construir un gran aparcamiento subterráneo. Bienvenido sea, pues, en principio, el recinto ferial, deseando que sea un edificio del que podamos enorgullecernos, pero sin torre para la Conselleria de Comerç y con una solución menos impactante para el aparcamiento.