El obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, hizo un llamamiento ayer a los
fieles y a las instituciones públicas para que colaboren en el
sostenimiento de la Iglesia de Mallorca que, según dijo, «está en
situación de auténtica miseria».
«La Iglesia no pretende vivir rodeado de riqueza, al contrario,
necesita ayuda para sobrevivir y poder prestar sus servicios a los
ciudadanos y a las generaciones futuras», explicó monseñor Ubeda en
la presentación de la situación económica de la Diócesis con motivo
de la celebración del Día de la Iglesia Diocesana, que tendrá lugar
este domingo.
Teodoro Ubeda manifestó que esta colecta irá destinada de forma
íntegra a los servicios comunes de la Diócesis de Mallorca, en
concreto, a satisfacer cuatro necesidades: la retribución del clero
y otros empleados; la construcción de nuevos templos y la reforma
de iglesias y monumentos; la ayuda a parroquias pequeñas que no
llegan a un presupuesto de supervivencia, y la activación de las
catorce delegaciones diocesanas.
El obispo hizo hincapié en la construcción de nuevos templos y
puso como ejemplo la parroquia de Corpus Christi de Son Gotleu, que
durante treinta años ha estado ubicada en el salón de actos del
colegio del mismo nombre. «La población ha crecido mucho en esta
zona de la periferia de Palma y ésta necesita unos servicios
mínimos que se le ofrecerán desde el nuevo complejo parroquial que
se está construyendo, cuyo presupuesto supera los 200 millones de
pesetas», expuso el prelado.
La administración central del Obispado, con un presupuesto de
360 millones, cerró su balance económico con equilibrio, según
Ubeda, pero, en cambio, recordó que las administraciones
parroquiales arrastran una deuda superior a los 700 millones, a
consecuencia de los gastos extraordinarios en obras
principalmente.
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