Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones posaron así de radiantes para la prensa.

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Michael Douglas y Catherine Zeta"Jones explicaron a los más de 300 invitados que asistieron a se enlace matrimonial celebrado en el hotel Plaza, de Nova York, que se sentían «muy felices de ser marido y mujer», y agradecieron a sus familias todo el cariño que les habían brindado hasta llegar a su nueva situación.

La boda de los Douglas fue espectacular por dentro y por fuera. De buena mañana centenares de periodistas y curiosos ya se agolpaban a la puerta principal del hotel Plaza, que ocupa toda una manzana de la Quinta Avenida neoyorquina, para poder ver a los novios y a las celebridades.

A partir de las seis y media de la tarde, 30 minutos antes de la hora concertada, los invitados empezaron a hacer acto de presencia. Los hombres lucían esmókin, y las señoras elegantes vestidos de noche sobre los que destacaban las joyas. En la puerta se realizaba un control estricto. Sólo los clientes y los invitados con tarjeta tenían acceso al interior del hotel.

Tras superar el control, los invitados se reunieron en una sala animada por una orquesta de cuerda. Mientras aguardaban el momento de la celebración degustaron unos zumos de cítricos, sin alcohol. Fue en aquellos momentos cuando se hizo ostensible la presencia de los familiares y amigos galeses de Catherine, cerca de un centenar, con algunos hombres vestidos a su manera tradicional, con falda.

Kirk Douglas y su esposa proyectaron su imagen más espectacular cuando hicieron la entrada en el salón nupcial. Michael se hizo acompañar por su hijo Cameron, fruto del matrimonio con Diandra. La escena fue tan emotiva que los invitados rompieron en un gran aplauso. Unos quince minutos después de que los familiares de los novios hubieran ido entrando en el salón, irrumpió Catherine, toda vestida de blanco, del brazo de su padre.