Ayer comenzó en Palma la campaña de poda invernal que hasta el
próximo mes de marzo tratará a un total de 6.815 árboles, un 20% de
los más de 33.000 con que cuenta la ciudad (23.000 en alineación y
10.000 en parques y jardines). Según fuentes municipales desde hace
casi una década el sistema de poda en la ciudad ha cambiado,
«amoldándose a las nuevas técnicas, de modo que sean lo menos
traumáticas posibles para los árboles y molestas para los vecinos».
En este sentido, se aplican dos tipos de podas, la poda de
formación a los ejemplares muy jóvenes, para ir conformándolos y
facilitarles el crecimiento, y la poda de reducción, adecuada para
los árboles ya grandes, que atiende a su conservación permanente y
a la contención de la copa. A través de estos dos sistemas evita
aplicar la tradicional poda de descabezamiento, «de gran impacto
visual y traumática». En su lugar se utiliza la poda de supresión,
«de carácter menos agresivo, que es la que ahora se emplea
aprovechando la parada vegetativa de las plantaciones».
Según la misma fuente, esta poda afecta a las ramificaciones de
madera gruesa y a las siguientes especies: almeces o celtis
australis (816 ejemplares), plátanos o platanus híbrida (2.436
unidades), sophora japónica (1.040 ejemplares), olmos (692
árboles), melias (688 ejemplares), robinia pseudoacana (569
unidades), arces (306 árboles) y 258 árboles del amor.
En la tarea tomarán parte 4 brigadas, que incorporan un equipo
de motosierras y podaderas por accionamiento neumático, más
silenciosas que los sistemas de motor de explosión. Los restos de
las podas son tratados y empleados para el mantenimiento de las
capas superiores de tierra de zonas ajardinadas.
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