Lo que acaba de ocurrir en la Universidad del País Vasco se parece demasiado a aquellas tristemente célebres quemas de libros que llevaron a cabo instituciones como la Inquisición y la Alemania nazi. Cualquiera, a la entrada del siglo veintiuno, en cualquier parte del mundo, considerará que atentar "o intentarlo" contra la libertad de pensamiento y de expresión es más propio del medievo y de las sociedades totalitarias que de la Europa de hoy. Por eso el crimen que ETA quiso perpetrar ayer en la Universidad es doblemente condenable. Porque trataba de segar la vida de estudiantes y profesores y porque, además, constituía un claro mensaje contra quienes se dedican al periodismo o se preparan para ello: no consentirán que en Euskadi se hagan públicas determinadas opiniones y se progaguen determinados puntos de vista, los que no les convienen a ellos, es decir, los que ensalzan valores tan castigados allí como la tolerancia, la democracia, la libertad y el libre albedrío.
Editorial
Bombas contra la libertad de expresión
19/12/00 0:00
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