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Según nuestras noticias, a lo largo de 2001, la EMT se desprenderá de los cien autobuses que compusieron "componen, en parte, aún" la antigua flota. La intención del presidente de este empresa municipal, Pedro Àlvarez, es distribuirlos gratuitamente entre países necesitados y carentes de servicios de transporte. Sabemos que en la lista está uno caribeño, dos centroamericanos, otros tantos sudamericanos, un europeo (ex Este) y, naturalmente, el Sáhara, en el destierro más flagrante e injusto.

Àlvarez, de momento, no suelta prenda "¡y bien que hace!", pero está trabajando muy en serio en este asunto, en el que cuenta con la estrecha colaboración del regidor de Acció Social, Antoni Nadal. Àlvarez pretende enviar esos buses con algo más: recambios y juguetes. Y enviarlos de forma escalonada. Primero a un país, y, sucesivamente, a los demás. El presidente de la EMT quiere contar, además, con la colaboración y solidaridad del pueblo palmesano, «sin la cual este proyecto no sería posible». Pues ya contará cómo lo va a hacer.

En la lista de envíos está, en primer lugar, el Sáhara Oriental, ubicado hoy en el desierto más árido de Argelia, Tindouf, donde, por encima de otras muchas cosas, como le explicó Fatma "la representante del Polisario en Mallorca", el transporte humano es fundamental para trasladarse entre campamentos, pues hoy, salvo en misión oficial, el único medio de transporte en aquel páramo es el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando, lo que altera constantemente la vida en aquel país, único en el mundo por todo, porque por no tener no tiene nada, salvo lo que le manda usted y usted. Ni siquiera la tierra que pisan es suya.

El transporte al Sáhara se haría en barco desde Palma a Alicante, también en barco desde Alicante a Orán, y desde ahí a Tindouf, por carretera. El convoy, naturalmente, debería ir debidamente escoltado.