El conseller de Treball, Eberhard Grosske, aseguró ayer que las dos
personas fallecidas como consecuencia del derrumbe del hotel Tívoli
murieron por la «codicia» de algunas personas. «A estas personas
las ha matado la codicia y el afán de lucro desmesurado por encima
de las reglas, procedimientos y normas de la más elemental
prudencia», afirmó el conseller de Treball, en unas declaraciones
contundentes. Grosske añadió que esta misma codicia tiene a dos
personas en situación muy grave en un hospital «y esa una cosa que
toda la sociedad tiene que cambiar».
El conseller anunció que el Govern está estudiando la
posibilidad de personarse en la causa y adelantó que el próximo
lunes mantendrá reuniones con Fiscalía, la patronal y sindicatos de
la construcción y los colegios de Arquitectos y de Aparejadores. El
responsable de Treball recordó que en su momento ya dijo que un
derrumbe de estas características no podía deberse a causas
fortuitas «y que nos encontrábamos ante una negligencia que,
seguramente, tendría unos responsables, ya fuese en la proyección o
en la ejecución de la obra».
Grosske reprochó las críticas que recibió entonces del diputado
del PP José María González Ortea a quien recomendó «que mida mejor
sus palabras». Al hilo de esto aseguró que sus primeras
declaraciones fueron una aproximación objetiva a lo que había
pasado pese a que el PP «casi llegó a culparme a mí o a la
Conselleria del derrumbe».
«Si hay alguna administración más directamente implicada y más
relacionada con este accidente es el Ajuntament de Palma», afirmó.
Grosske destacó que el accidente no se produjo por no respetar las
normas establecidas en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Aseguró que el suceso se debió a que se utilizaron unas técnicas
constructivas «inadecuadas para la remodelación de edificios, y eso
es competencia del Ajuntament».
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