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Los tres supervivientes de la plaza Coll, de Palma, la de la eléctrica, la carnicera y el italiano propietario del bar están que trinan, y razón no les falta para ello, porque resulta que ahora "ayer, hoy y mañana, y suponemos que en días sucesivos" tras haber pasado más de año y medio soportando obras de mejora en la plaza, y sufriendo la de los alrededores, se encuentran con que de nuevo están en las mismas, ahora con un encementado que les ha caído de la noche a la mañana y que, a modo de futura calzada, están colocando sobre las losetas de la plaza a fin de preservarlas de la circulación rodada que durante unas semanas "las que duren las obras que rodean el lugar casi por sus cuatro puntos cardinales" circulará sobre ella, lo que supondrá, como mínimo, ruido y humos para los tres supervivientes, que, de momento, y además de todo esto, están soportando a diario el ir y venir de camiones cargados de escombros, algunos de los cuales hacen, en ocasiones, una larga parada frente a esos negocios.

El dueño del bar se queja, por ejemplo, de que habiendo pagado el canon correspondiente para tener mesas en la terraza, «ahora no puedo», y encima va a tener por un tiempo los coches circulando a escasos metros de su puerta. «No me explico que después de tanto tiempo estando en obras, volvamos a estar otra vez en obras», y ahora con la particularidad, según vemos, por obras que nada tienen que ver con la plaza, cuyas obras de mejora habían finalizado hace tiempo, pero que por todos los avatares que le suceden se la comienza a conocer como La Cenicienta.