Esto hace que se vuelva a superar las previsiones sobre la
población de unos 150.000 escolares. Si a lo largo del curso
1999-2000 se registraron unos 3.000 nuevos estudiantes procedentes
del exterior, (el año antes habían sido 600 las nuevas
incorporaciones tras el inicio del curso), este año, y hasta
principios de febrero, las cifras muestran la repetición de la
dinámica de muchas incorporaciones que se registró durante el
ejercicio pasado.
El conseller d'Educació, Damià Pons, explicó ayer en Lluc que,
hasta ahora, se han matriculado 2.000 alumnos de incorporación
tardía, que no son catalanoparlantes y que provienen de la
inmigración. Una cifra que aportó ayer Pons es bastante reveladora:
un único centro escolar ha acogido, desde el inicio del curso, un
total de 170 estudiantes.
El censo escolar ha resultado afectado a lo largo de los últimos
años por esta fuerte presión migratoria que impide, según los
técnicos, una planificación adecuada de los centros. El principal
problema, aseguran, es que estos alumnos no llegan al inicio del
curso, sino que lo hacen de manera escalonada, con puntas que
coinciden con la finalización de las diferentes temporadas
turísticas; es decir, se localizan en octubre, en enero y después
de Pascua.
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