Palma se ha convertido, más que nunca, en crisol de culturas con el IX Festival Mundial de Danses Folklòriques. Además de danzas vistosas y exóticas, los ciudadanos de Mallorca podrán observar gestos, rasgos y vestimentas lejanos en la distancia y algunos también en el tiempo. Precisamente el festival, que se organiza desde 1987, tiene como deseo "más que objetivo" reunir culturas diferentes y, a veces, remotas, a través de la danza y de la música.
Así, el ojo curioso habrá podido observar la delicadeza y armonía con la que las danzarinas tailandesas se mueven al ritmo de la música o también cómo bailarines que viene de Camerún, Ghana o Togo se mueven mimetizando los movimientos de los animales de la sabana o de la selva, aquellos que representan un peligro real para la supervivencia de la especie humana.
Los bailarines caribeños también tienen su propio ritmo: el que impone un clima caliente. Estos ritmos, movimientos, danzas,... vienen acompañados por unas caras y rasgos muy típicos. Junto a la belleza delicada de las bailarinas orientales cabe hacer mención de la belleza contundente y sin artificios de las jamaicanas que, por vez primera, acuden a esta cita del folklore mundial o la majestuosidad de los hindúes, que pasean bajo sus hombros una cultura existente y cultivada «sólo» desde hace unos cuantos milenios.
Las bellezas rubias, provenientes del Norte de Europa, no tienen nada que desdeñar a esas bellezas exóticas y lejanas. Cada uno de esos rasgos, acompañados por unos ritmos acompasados, hacen que todos y cada uno de los bailarines participantes en este festival muestren su gracia y su saber, gracia y saber que les pueden llevar a alcanzar unos de los premios que otorgará el jurado internacional presidido por Enzo Lauretta, ex alcalde de Agrigento, este sábado en Ses Voltes de Palma.
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