Pilar Rahola atendió ayer a Ultima Hora antes de ser entrevistada en el programa «Planta Baixa» de Telenova. Foto: C.V.

TW
0

Pilar Rahola i Martínez nació en 1958, es periodista y hace un año dejó la política, aunque bien es cierto que no deja de practicarla nunca. Cualquier momento es bueno.

"Para usted, ¿la política es pasado, presente o futuro?
"No es presente, pero puede que sea futuro. Vivo en un exilio voluntario, ya que ahora no quiero ninguna actividad política. Lo que quiero ahora es disfrutar de la vida, pero pienso volver a medio plazo.

"Habla como si estuviera decepcionada.
"Mire, la política es como el Dragón Kan, una locura. Es vampírica, lo chupa y se lo come todo. En los ocho años que he estado en la política mi vida ha sido un desastre, aunque al menos no se ha comido a mis hijos. Pero no estoy decepcionada.

"Dicen que el nacionalismo se cura viajando. Usted viaja mucho, ¿verdad?
"Lo que se cura viajando es la intolerancia y el racismo, pero no el nacionalismo. Yo lo que haría es meter a Aznar, a la Ferrusola y a Heribert Barrera en el mismo vuelo y a ver si se curan ellos. Ahora, lo que sí que es cierto es que salir de tu país te hace relativizar mucho las cosas.

"¿Le parece buena la ecotasa?
"Realmente magnífica. Teneis un gran presidente, me encanta el señor Antich, además de ser gestor es un estadista, una persona que planifica, que no sólo piensa en el presente, sino también en el futuro.

"Usted está en Palma para hablar de su libro, hágalo por favor.
"En Carta a mi hijo adoptado explico mi experiencia como madre adoptiva, y he de decir que para una mujer como yo, dura y combativa, me ha costado mucho enseñar mi vertiente más sentimental.

"Tiene una hija biológica de 21 años, Sira; Noé, el protagonista de este libro, y ahora viene Ada, una pequeña siberiana que está a punto de adoptar. Veo que repite.
"Es que la adopción engancha, es como una droga dura que crea adicción. Casi todo el mundo repite. Es la aventura más fuerte de mi vida, ha sido extraordinario. Es mucho más gratificante tener un hijo adoptado que biológico. Es como una flor que se abre. Reconstruir la felicidad de un niño infeliz es maravilloso, aunque reconozco que adoptar es un acto egoísta.

"Me repite y me explica eso de que la adopción es un acto de egoísmo.
"Se lo repito. Es un acto de egoísmo, de amor contigo mismo. Lo haces por ti, para quererte más a ti mismo, aunque está claro que al niño le das una segunda oportunidad. Pero lo que sientes tú es algo extraordinario.