Los ánimos están bajos en La Encarnación. A simple vista, los
enclaustrados parecen más organizados, unidos y concienciados en la
aplicación de su protesta. Pero a la vez, el desánimo y el
cansancio acumulado hacen mella en sus rostros. En el salón donde
se reúnen, viven y duermen muestra limpieza y un relativo orden
dentro del mayúsculo desorden que inevitablemente genera el
encierro de 28 personas en una habitación durante más de un mes.
Los recortes de prensa amontonados en una caja de cartón lista para
ser tirada dejan entrever el desinterés y la desconfianza en lo que
se publica en la prensa. La concurrencia de organizaciones y
curiosos que existía días atrás ha sido sustituida por la
indiferencia de los transeúntes.
Ni siquiera la Cruz Roja mantiene el apoyo del principio, cuando
suministraba comida caliente diaria a los encerrados. Su
solidaridad ha sido reducida a la entrega de alimentos en especias,
que igualmente son bien recibidos y agradecidos por los
inmigrantes. Pero sobre todo el olvido y el abandono que han
sufrido de organizaciones tanto sindicales como sociales, como los
propios inmigrantes reconocen, ha sido lo que mayor daño ha causado
entre los enclaustrados de La Encarnación. Y a pesar de todo ello,
el portavoz de los «sin papeles», John Sabogal, resume con claridad
de ideas, aunque con la voz fatigada, los motivos de la
prolongación de la protesta: «Está muy claro, llevamos más de un
mes y aún no hemos tenido ni una sola reunión con la Delegación de
Gobierno. La regularización de inmigrantes en las Islas y la
apertura de las oficinas por el Govern han sido dos éxitos que
valoramos y que consideramos como positivos. Pero la decisión de
nuestra protesta es firme. No podemos comprender cómo la Delegación
de Gobierno no se ha dignado a recibirnos».
Llegado este punto, los caminos hacia su objetivo se reducen, y
los inmigrantes encerrados lo saben, como reconoce el propio
Sabogal. Por ello han decidido endurecer su protesta. Algunas voces
dentro de la iglesia apuestan por una huelga de hambre "una opción
que aún es una propuesta", y otras insisten en la necesidad de
continuar con las movilizaciones en la calle. Mientras toman una
decisión entre asamblea y asamblea, una fecha en el horizonte les
anima a seguir en la lucha: el 23 de julio. Día en el que entra en
vigor el reglamento de la Ley de Extranjería que desarrolla el
artículo 31.4, en relación a las razones humanitarias y de arraigo
para conceder los permisos de trabajo y residencia. «Queremos
conocer el 'arco iris' de las razones humanitarias para tomar una
decisión, aunque insistimos en que para llegar a abandonar la
iglesia lo más efectivo es mantener una reunión con la delegada de
Gobierno y dependiendo de los acuerdos que se adopten, daremos por
finalizado el encierro».
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